-Pero quién diablos te crees que soy, ¿Mafalda?- y le tiró
el plato por la cara. Los fideos serpenteaban como cabellos de ángel en su
corte recién hecho, el caldo le abochornó los cachetes, un poroto quedó
apresado en su entrecejo y una chaucha le sirvió de bigote.
Desconcertado, Ramón se limpió la cara con el
delantal.
La venganza barroca de una artista víctima del machismo |
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