martes, 30 de abril de 2019

Los ojos de mamá

Desde que recuerdo me hipnotizaron los ojos de mamá. Tan enormes que parecían salirse de su órbita, tan transparentes con ese color esmeralda que los hacía aún más atractivos.
De pequeña me miraba en el espejo y esperaba ver algún parecido entre mis ojos y los de ella. Me escudriñaba con la lupa. Hasta que lograba ver unas rayitas verdes en mis pupilas marrones. Tanto deseaba ser como ella que hasta usaba su ropa y sus zapatos de tacón. La quería tanto que cuando ella salía sola me sentaba afuera para verla bajar del colectivo y correr a su encuentro. Cuando ella se internaba me acostaba en su cama y hundía mis narices en su almohada para sentir su olor.
Hace unos meses me pidió que le escribiera algo, a tu papá le escribiste un cuento y a mi nada; me recriminó. Garabatee unas líneas que tardaron semanas en salir.
Y mi cuento; me preguntó en una de esas conversaciones por sms. Lo estoy terminando, respondí. Eso es cuento chino; me escribió.
Ahí me puse en órbita, esa frase me tocó las fibras (así me retó la maestra de 7º grado cuando le dije que olvidé la tarea sobre la mesa, pero esa es otra historia).
Al otro día fui a su departamento y le leí lo que escribí. Lo tengo que terminar mami y lo imprimo. No hace falta hija, me gusta así como está.
Nunca lo terminé. Ojala pudiera volver el tiempo atrás y leerle estas palabras a ese oído de cenizas, un texto inacabado que sale de este amor eterno que me invade y que ya no tiene a quien abrazar.
 Nahui Ollin, pintura de Gerardo Murillo “Dr. Atl”